Se fue vestido de mis ojos
como cada luna llena
con la ilusión de ese abrazo eterno
que perdí en los días de mayo.
Se fue y no volvió la vista atrás,
quizá las palabras habían mudado
ya su color de ámbar y ahora
el silencio sellaba mis labios.
Se fue y no dijo más,
las promesas errantes
morían de olvido
como cada susurro,
como cada susurro,
como cada gota de lluvia que no volverá...