Me fui para salvarme de ti (y de mi) porque sabia que quedarme un minuto más contigo era seguir en ese laberinto que no tenia salida, era perderme por tratar de encontrarte. Es tan cierto como alguien puede ser veneno y medicina al mismo tiempo, como alguien que te destroza el corazón puede rescatarte con sólo decir una palabra (aunque sepas que esa palabra será perpetuamente una mentira).
Convertías mi mundo en una bella catástrofe de la que nunca supe salir ilesa, en cada una de tus huidas quedaba en ruinas, sin embargo siempre te daba mi corazón para que lo apuñalaras dulcemente con tus besos.
Eras el lugar al que siempre volvía porque aunque no lo creas, creía en ti, quería rescatarte de tus monstruos, que mis ojos fueran el faro que te guiaran a puerto y que en mis brazos encontraras el único refugio para ti (ese refugio que aún buscas en cualquier verso).
Me rompiste en pedazos tantas veces que perdí la cuenta, tantas veces que ya nunca pude ser la misma.
Hoy después de un largo exilio por fin volví...
he vuelto a mi.